MI VIEJO
Mi padre fue una procesión,
tanto pagar para vivir
un día me dejó
en la orfandad;
desde entonces
fui la niña
que vendió
papa con huevo
en la Plaza de Armas del Cusco.
Me emborraché
en la ciudad
buscando clientes
y solo un hombre
me amó
en la vida o en la muerte
(da lo mismo)
y ese hombre
fue mi padre.
Muchas veces
él
no llegó
a la casa,
ebrio de melancolía
buscaba un pan desesperadamente
y en vez de pan
halló la muerte
junto a la piedra de los doce ángulos.
Jamás lo pude encontrar,
fui con el alcohol
para curar sus heridas;
solo una mancha de sangre
hallé de él.
Pobre mi viejo
anduvo sin alma
por esta vida
y no tuvo
el cuerpo
para presentarse
ante Dios.
Juan Francisco
Carrillo
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