UNA ANÉCDOTA DE QUEVEDO
Mariana de Austria
Un día, los amigos de Quevedo dijeron que no era capaz de llamar coja a la reina. Quevedo dijo que era capaz además de hacerlo sin enfadarla por lo que sus amigos doblaron apuesta según cuentan: "Mil dineros pusieron sobre la mugrienta mesa y si Quevedo ganaba, recibiría otros mil del Marqués de Calatrava". Finalmente Quevedo acudió a la audiencia real y ante la multitud que allí se encontraba dijo: "Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja"
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